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Por lógica, aquel en quien depositamos nuestro amor debería convertirse en nuestro mejor amigo una vez desterrado el enamoramiento y sofocada la llamada de la ... pasión, pero a la postre todo depende de una serie de factores psicológicos: «Cualquier tipo de vínculo se sustenta en componentes emocionales, cognitivos y conductuales -explica la psicóloga Ester Martín, fundadora del centro 'Efecto Psicología'-. Si el afecto de la relación es positivo, tenemos creencias y valores que promuevan la idea de que es constructivo mantener ese vínculo en nuestra vida y además dedicamos tiempo y creamos espacios que permitan seguir cultivando una relación con esa persona, es probable que consigamos transformar la relación y convertirla en una amistad sólida».
Igualmente existen perfiles de personas más proclives a mantener vínculos afectivos sanos con sus exparejas, prosigue la psicóloga: «Aquellas con una alta inteligencia emocional, asertivas y empáticas, tienden a construir vínculos más estables; se adaptan a la nueva situación en lugar de romper con todo». Un proceso en el que, al contrario de lo que se piensa, el 'darse tiempo' cobra un papel poco significativo: «El tiempo, por sí sólo, es difícil que cure heridas emocionales ni que transforme nada. Son los procesos de gestión emocional que ejecutamos en ese tiempo lo que hace que podamos sanar o, en el caso que nos ocupa, transformar relaciones y vínculos. Hay rupturas que después de años continúan provocando mucho dolor, casi el mismo que el primer día. Eso puede pasar cuando sólo hemos dejado pasar el tiempo sin asimilar ni procesar lo que ha sucedido».
Otro factor a considerar a la hora de reincorporar (o mantener) a un ex en nuestra vida es la distancia emocional, que la experta considera un arma de doble filo: «Puede jugar a favor y en contra según el contexto, la historia de la relación, las necesidades y motivaciones de cada uno de los implicados y el por qué de la ruptura. Si, por ejemplo, la decisión la han tomado las dos personas y la relación ya había comenzado a cambiar antes de la ruptura, todo puede evolucionar de forma orgánica sin necesidad de distancia emocional. Sin embargo, si intervienen en la ruptura emociones muy intensas, todo sobreviene de forma un poco más abrupta o hay mucha diferencia en la vivencia subjetiva de cada uno de los miembros de la relación, puede ser adecuado un periodo de reajuste en el que toma valor el distanciamiento emocional».
Queda patente entonces que la amistad después del amor resulta más probable tras una ruptura poco traumática: «Si, además, existe mucha asimetría en el proceso emocional de cada uno, es aún más improbable que pueda establecerse un nuevo vínculo sano. La complejidad radica en que las motivaciones para mantener la amistad serían cualitativamente diferentes para cada una de las personas: podrían estar implicadas necesidades de dependencia, de aprobación, expectativas poco realistas y conflictos no resueltos que acabarían por salir a flote dañando nuevamente la relación y a las personas implicadas».
Entre las señales de algo no va bien con nuestro ex en su nueva faceta, Martín apunta a «la presencia de algún tipo de sentimiento de culpabilidad, enfados y conflictos habituales, exigencias con respecto a cómo, cuándo y cuánto debe ser el contacto entre ambos, rechazo a nuevas parejas, críticas destructivas y la dependencia de esta persona por la falta de una red social externa a la relación». En este sentido, la psicóloga considera clave aprender a diferenciar entre una amistad auténtica y el autoengaño emocional o un apego no resuelto, lo que no siempre es fácil: «Si la otra persona es un pensamiento recurrente, cada cosa que quiero hacer es con ella, todavía siento atracción física y deseo, no busco nuevas parejas o boicoteo las relaciones con otras personas que quieren entrar en mi vida, y tengo escasas o nulas inquietudes ni tampoco actividades de ocio totalmente personales, seguramente estoy esperando a que todo vuelva a ser como era».
Craso error, por consiguiente, el mantener encuentros sexuales esporádicos con el otro bajo la excusa de que 'ya no significan nada': «Más de que amistad, estaríamos hablando de otro tipo de relación afectivo-sexual, por lo que es importante pensar, hablar y analizar juntos el tipo de relación que realmente queremos construir».
La Directora de Efecto Psicología recuerda por último que toda ruptura implica perder una parte de nuestra identidad («con otra persona seguramente seremos de otra manera»), pero que reamistarse («seguir generando emociones positivas comunes») es tanto posible como beneficioso siempre que antes hayamos vuelto a encontrarnos: «Es buena señal ver que nuestra vida sigue avanzando, que creamos nuevas relaciones o mejoramos las que ya teníamos, que hacemos cosas, tenemos ilusiones nuevas y que hay una gran área de nuestra vida de la que esa persona ya no forma parte (y nos parece bien)».
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