La contaminación del área central de Asturias llega a los Lagos
Un estudio del Instituto Geológico y Minero detecta concentraciones de metales pesados superiores a las de ciudades como Barcelona
GLORIA POMARADA
COVADONGA.
Jueves, 13 de diciembre 2018, 00:24
La zona central de Asturias no es la única que sufre la contaminación por metales pesados, cuya incidencia llega ya al Parque Nacional de los Picos de Europa. Un estudio realizado por un investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) ha detectado la presencia de elementos como plomo, zinc, cadmio o arsénico en el entorno de los Lagos de Covadonga en los últimos años. El muestreo en el espacio protegido comenzó en noviembre de 2015 y prosigue hasta la fecha con la recogida mensual de las aportaciones que llegan por vía atmosférica, a través de un colector ubicado en la zona del centro de visitantes Pedro Pidal. De Picos las muestras se trasladan a las oficinas del IGME en Zaragoza, donde son analizadas por el experto en Geoquímica ambiental y doctor por la Universidad Politécnica de Cataluña Jorge Pey. «Lo que está saliendo es bastante interesante», señala el investigador, que detalla que hace apenas un mes remitió a la dirección del espacio protegido una carta en la que relata sus hallazgos.
Las partículas, explica Pey, son principalmente de «origen natural», como sal marina dada la proximidad del espacio protegido al Cantábrico, así como «emisiones de origen humano diverso». La sorpresa de los análisis llegó al detectar «partículas de origen claramente industrial», que suponen un «0,5%» del total, abunda. Para el científico, el origen de esos metales pesados se encuentra en la zona central de la región, y llegan a Picos favorecidos por las corrientes. «Las dinámicas de los vientos en la zona Norte son del Oeste y Noroeste, llegan aunque el área industrial esté a más de cuarenta kilómetros», indica. A ello se suma que los Picos de Europa son una «zona de eliminación o lavado de la atmósfera» por la mayor incidencia de las precipitaciones.
Para enmarcar los resultados, Pey ha comparado los datos de Lagos con más territorios españoles, tanto urbanos como protegidos. Así ha descubierto que espacios similares, como el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, arrojan valores notablemente inferiores. Mientras que en la vertiente asturiana del espacio protegido la cantidad de plomo depositada al día por metro cuadrado es de 16 microgramos, en el parque aragonés alcanza apenas los 0,06 microgramos. Lo mismo ocurre con el zinc según el estudio, con 720 microgramos en Picos frente a 40 en Ordesa y Monte Perdido.
Pero Lagos no solo presenta más concentración de metales pesados que otros espacios protegidos de la red de Parques Nacionales, sino que llega a superar los valores de «Barcelona, Pamplona, Zaragoza o Palma de Mallorca», explica Pey. Todas ellas son ciudades que él mismo analiza dentro del proyecto 'Donaire'.
Otro dato que revela la investigación es el mínimo impacto de la contaminación por partículas asociadas al tráfico. A pesar de la circulación de vehículos y autobuses, el científico señala que la presencia de «cobre, hierro o antimonio, más asociados al tráfico, es testimonial» y se encuentra en niveles «similares a otras zonas protegidas».
Impacto en la ganadería
Después de tres años de trabajo, Pey considera que es momento de «empezar a explotar los resultados» y para ello apuesta por continuar la investigación en la zona de Lagos a través de un proyecto específico, pues hasta la fecha se ha desarrollado dentro de un programa más amplio. «Permitiría poner los datos en un plano principal, es importante ver lo que está llegando de la atmósfera y focalizarse en si está teniendo efectos», destaca. Para ello, abunda, cuenta con el apoyo del Parque Nacional, cuyo personal ya colabora en la recogida de las muestras.
Por el momento, la repercusión de esos contaminantes en el ecosistema no ha sido abordada, pero el experto entiende que puede afectar, entre otros, al ganado. Los metales pesados «se pueden depositar en el agua que beben o en la hierba», considera. Insiste, además, en que la comunidad científica no pretende el cierre de las industrias, sino implantar «medidas correctoras».
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